Nunca les ha pasado que han tenido un dia de la chingada y lo que menos quieren es que la gente los chinge con "Me da una lismosnita por el amor de dios" ó con "Le lavo el parabrisas joven", la verdad a mi eso me caga la madre y mas cuando uno anda de malas, pues de eso trata este relato, pues fue lo que me paso un sabadito por la tarde caminando frente al jardin de San Marcos.
Iba pasando por el jardín como ya les habia dicho y una mujer con ostensible vello facial y escandaloso sobrepeso estaba friendo en una gran sartén irreconocibles vísceras que despedían abundante humo y un olor nauseabundo. Su desproporcionado cuerpo estaba cubierto por un delantal que alguna vez llevó un estampado; ahora sólo luce una constelación de manchas de sangre y grasa que se enciman dibujando grotescos mapas de inmundicia, cual gargajos pegados en el asfalto un dia de tianguis. La estaba asistiendo con infinita indolencia un niño que se limpiaba vehementemente los interminables mocos con la manita con la que manipulaba las tortillas.
La mujer me ve pasar y ulla con aguda voz:
-¿Qué le damos, joven?
Yo me detengo e incapaz de reprimirme, respondo:
-¡Asco, señora, mucho asco!
Como se pudieron dar cuenta andaba crudo del viernes y lo que menos quería era que una señora que despedia inmundicia, me hablara y no esperase que le contestara.
Por: David "Chino" 05/12/08